martes, 29 de septiembre de 2015

EL CHICO DE DELANTE


(Ir en Titsa no sólo aburre. A veces da inspiración).

El chico de delante
ha revisado su reflejo
unas diecinueve veces
y sigue estando ahí.

No tiene cara de asombro
frente a la misma imagen de siempre
y no deja de sorprenderse
de lo lento que va todo.

Revisa la arruga de su camiseta
y no se extraña.
Alguna mancha en los pantalones
lo mismo de siempre.

Va tan desaliñado
que da vértigo mirarle
por si su forma es el reflejo
de todo lo que le sucede.

Pone caras diferentes
pero sigue siendo el mismo,
el que deja de mirar el paisaje
para encontrarse en el abismo.

Se vuelve a mirar
y ya van veinte.
Nada ha cambiado 
a pesar de los intentos.

Con peso del remordimiento
cambia de postura
y le sonríe al reflejo
pero no lo convence.

No se ha vestido para nadie
más que para sí mismo
y no se gusta,
no se pone.

Se regala esa cara
de querer terminar la cita
pero el contrato está delante
y no lo puede romper.

Aparta la vista ahora,
no le interesa lo que diga
cuando observa su mirada
desde la primera fila.

Y se asusta
de lo injusta que es la vida
porque sólo en un reflejo
toda su vida palpita.

Se larga por la puerta
y su reflejo ya no existe.
Para mí ha acabado todo
pero a él siempre le persigue.

El chico de delante
tiene veinte versos en la mano
y aunque su reflejo ya no es mío
siento recordarlo a ratos.


                             Cristina H. López


jueves, 24 de septiembre de 2015

NUESTRA GENERACIÓN AÚN NO TIENE NOMBRE, PERO CASI


Somos curiosos por naturaleza
guerreros azules
de sangre caliente
y alopecia en las lenguas.

Somos nativos de las vacunas
que no nos curaron del todo
pero nos hicieron inmunes
a cualquier tipo de falsedad.

Nacimos antes que la lucha
y después de la guerra
en una transición de lenguaje
que no nos dio ninguna tregua.

Una generación de antología
que se muere por brillar
a quienes se empeñan en quitar
la luz propia que les guía.

Somos nietos de los rojos,
de los que mataron a los rojos,
de los que huyeron siendo rojos
y no se rindieron por perder.

No tenemos sangre azul
pero tampoco nos gustaría
porque la lucha exige el valor
que el azul nunca tendría.

Somos esa generación
que tiene enciclopedias en el mueble
móviles en el bolsillo
y enciende la lucha en las redes.

Pero aunque la pantalla
hoy ocupe nuestros días
algunos seguimos siendo
creyentes de la compañía.

No hay nada como los bares
para gobernar el mundo
dictar las leyes
y frenar reyes sin perder rumbo.

Somos esa multitud
que por fin le pone nombre
al amor de los amores
sin género ni razones.

De personas con personas
y respeto antes que leyes.
De entender que ya no importa
Ser homo, multi, bi o hete.

Que nos quitamos los nombres
y los tiramos por la borda.
Ahora se ama con más ganas
sin cinta aislante en la boca.

Resucitados nos convertimos
en otros seres andantes
que tienen sed de revolución
con palabras por delante.

Victoria a los elegidos.
Unión a la nueva fuerza.
No se asusten abuelos,
volveremos de la guerra.

Con un libro bajo el brazo
y con las gargantas secas
de gritar versos de poetas
que escribieron antes de luchar.


                               Cristina H. López.



miércoles, 16 de septiembre de 2015

LOS INVIERNOS SON ETERNOS, PERO SIEMPRE TIENEN FIN

                                      Ilustración de Sara Herranz.


Tengo una mancha de nacimiento
que se empeña en salir en verano
al encuentro del agosto
en el que conoció tu voz.

Y es peligroso el otoño
por la estación que nos deja.
Y el invierno se hace eterno
cuando no te saben abrigar.

Me dejaste con la sombra
en los talones y desnuda,
como si pudiera andar sin ti,
construyéndome la tumba.

Tercera vuelta a la esquina,
quinta vez que me miraste,
primer beso,
segunda cita.

Rotos los esquemas
y quemados en la esquina
decidí hacer fotos nuevas
que trajeran otro clima.

Pero siempre había nubes,
nunca el cielo clarecía
porque el invierno es eterno
si tienes las manos frías.

Eso significa, amiga
que este mes nadie te abriga...


                        Cristina López.



viernes, 11 de septiembre de 2015

UNA CARTA AL PRESENTE


El fallo fue
ponerle nombre
a todas las cosas
cuando la pasión iba armada
y la razón dejó de hablar.

Pero es un delito no morir
cuando te matan a besos
y te resucitan el alma
para callarte con versos.

Así valía la pena,
andar sin penas.
Sin necesidad de recomponerte
porque te habían compuesto
canciones nuevas.

Porque el llanto
ya no es llanto
si se ríe en la tristeza
y se llora sonriendo
en los labios que te besan.

Te hacen grande
y pequeña
y todo a la vez
y nada.

Basta con estar sentada
para escucharte durmiendo
en la silla donde las noches
se vuelven días inquietos.

Aunque decidas bajarte
jamás querré andarte lejos,
jamás olvidaré tu nombre,
jamás se marchará lo nuestro.

Siempre he pensado
que recordar es vivir de nuevo.
Yo siempre hablo en presente,
porque el pasado está muerto,
y el futuro quién sabe...

El futuro es un animal
vagando alrededor de su presa.
Impredecible e incierto.
Nadie sabe si atacará.

Por eso he decidido
hablarle a mi "yo" de ahora
escribirle una carta
que ya ha empezado a leer.

No te arrepientas de nada.
Aquello que vivió tu pasado
no importará mañana
porque tu "yo" futuro
nunca se arrepentirá.

Y lloro ahora
que lo escribo y leo
porque es incierto lo real
que puedo llegar a ser.

                         
                           Cristina López-


martes, 1 de septiembre de 2015

LEJOS DE LA SILLA HAY VIDA


Mírate.
Estás ahí sentado
sin valorar tus logros,
con las heridas sin sanar.

No recuerdas que un día
fuiste el espermatozoide más rápido,
el primero y único en ser semilla
para venir hasta aquí.

Hasta una silla inútil
que cojea y le hace falta barniz.
Una mano de pintura.
Igual que a ti.

Colores nuevos.
Y tiritas.
Respiraciones profundas
y momentos en los que sobra respirar.

Levántate, joder.
Que los días no se cuentan en suma
sino en divisiones de raíces cuadradas
y bien crudas.

Como la realidad que nos depara
si salimos a la calle.
Tienes que saber que el fracaso
lleva la ventaja en este pase.

Pero,
¿prefieres tu silla?
Las sillas son solo objetos
donde recobrar el aire
para continuar corriendo.

Levántate.
Ya ha terminado tu tiempo.
Ahora toca sacudir el polvo
y morder el viento.

Con las telarañas en el cajón
y la silla en el trastero
no habrá tiempo para pararse
y recobrar el aliento.

Los errores van ganando
a consecuencia del viaje.
Quien no arriesga nunca gana
y tampoco vale el empate.

Ahora que sabes lo que significa "vida"
ya ni recuerdas la silla
porque no hizo falta sentarte.
Suspira ahora, te lo mereces...

Fin
del 
viaje.


                             Cristina López.