jueves, 24 de septiembre de 2015

NUESTRA GENERACIÓN AÚN NO TIENE NOMBRE, PERO CASI


Somos curiosos por naturaleza
guerreros azules
de sangre caliente
y alopecia en las lenguas.

Somos nativos de las vacunas
que no nos curaron del todo
pero nos hicieron inmunes
a cualquier tipo de falsedad.

Nacimos antes que la lucha
y después de la guerra
en una transición de lenguaje
que no nos dio ninguna tregua.

Una generación de antología
que se muere por brillar
a quienes se empeñan en quitar
la luz propia que les guía.

Somos nietos de los rojos,
de los que mataron a los rojos,
de los que huyeron siendo rojos
y no se rindieron por perder.

No tenemos sangre azul
pero tampoco nos gustaría
porque la lucha exige el valor
que el azul nunca tendría.

Somos esa generación
que tiene enciclopedias en el mueble
móviles en el bolsillo
y enciende la lucha en las redes.

Pero aunque la pantalla
hoy ocupe nuestros días
algunos seguimos siendo
creyentes de la compañía.

No hay nada como los bares
para gobernar el mundo
dictar las leyes
y frenar reyes sin perder rumbo.

Somos esa multitud
que por fin le pone nombre
al amor de los amores
sin género ni razones.

De personas con personas
y respeto antes que leyes.
De entender que ya no importa
Ser homo, multi, bi o hete.

Que nos quitamos los nombres
y los tiramos por la borda.
Ahora se ama con más ganas
sin cinta aislante en la boca.

Resucitados nos convertimos
en otros seres andantes
que tienen sed de revolución
con palabras por delante.

Victoria a los elegidos.
Unión a la nueva fuerza.
No se asusten abuelos,
volveremos de la guerra.

Con un libro bajo el brazo
y con las gargantas secas
de gritar versos de poetas
que escribieron antes de luchar.


                               Cristina H. López.



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