Hay cosas que se encuentran con la luz apagada,
los sentidos bien abiertos
y los pelos verticales.
Hay lunares que se cuentan sin las manos
lanzando balas al horizonte
y golpeando constelaciones.
Hay erizos que se adhieren a la piel
o que nacen con nosotros
y albergan la risa tonta de los domingos.
Hay bebidas para acompañarse,
para beber acompañados
o para olvidar la compañía.
Hay golosinas para adultos,
películas para niños
y desigualdad en el mundo.
Hay pelos que marcan direcciones,
flechas que no llevan a ninguna parte
y espaldas cubiertas de señales.
Hay anillos que no son para los dedos,
collares para perros
y cámaras sumergibles.
Hay sabores que no han sido probados,
o no catalogados
y algunos que son difíciles de olvidar.
Hay libros que no han sido abiertos,
Biblias que no se han cerrado
y escritores sin descubrir.
Hay, del verbo haber
no tiene nada que ver
con el Ay, de suspirar.
Cristina López
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