martes, 14 de julio de 2015

LA NIÑA QUE VIVE DE ALQUILER EN MI CABEZA



La agonía habla de ti
más de lo que quieres contar.
Las esquinas se hunden 
y no saben convertirse en hogar.

No sueltas palabra,
solo das palabras sueltas,
pero no me dicen nada,
solo verdades a medias.

Las horas también se disparan
y lucen el calor que no provocas.
Quieren acelerar con su llegada
pero no saben que te dejaron sola.

Les cuentas que ya no viajas con él
y las horas ya no avanzan.
Mueren y tú con ellas
y con los litros de amor que derramabas.

Vives en el único azulejo
que dejaron con vida.
Vives en lo que llaman vivir
pero no sabes lo que significa.

No existes si no te nombran.
No eres caso.
No eres casa.
No eres cosa.

Eres la porción de la unidad
que jamás estuvo entera.
Eres la parte de la parte
de un país, de su frontera.

Eres un lápiz sin punta
mezclado en la caja de ceras.
Vagón a la deriva,
musa para pesimistas poetas.

Se morirían por crearte,
por escribir mientras lloras
para mojar sus cuadernos
y encadenarte a sus hojas.

Desearían que mordieras
tus adentros por un verso,
llenar tus lunares de prosa,
bailar al son de los muertos.

Pero no, solo yo puedo tenerte,
porque has nacido conmigo,
porque has crecido en mi mente.

Porque me debes tus penas
pero también alegrías.
Te alquilo cuando deseas
mi hostal que sangre palpita.

Vives dentro de mi ser
y nunca existió cadena.
Tú decides dormir aquí
cada martes de luna llena.


                   Cristina López.

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